Existe una variedad extraordinaria de métodos y de procedimientos para enseñar a leer a los niños, pero todos se reducen a dos concepciones fundamentales que representan los dos caminos que siguen nuestro espíritu en su actividad: el análisis y la síntesis.
Analizar es descomponer un todo en sus elementos; es enumerar sus partes, a fin de estudiarlo mejor y comprenderlo: un análisis gramatical consiste n tomar una a una las palabras de una oración para definir su naturaleza y funciones particulares.
Hacer una síntesis e tener a su disposición las partes de un todo, sus diversos elementos para reconstruirlo y constituir un conjunto válido: el maestro que a multiplicado en el pizarrón los ejemplos de nombres escritos en una columna, en singular, y en otra, en frente, el plural, y que en cada ejemplo ha hecho notar a sus alumnos los cambios que han tenido lugar, hará una síntesis, finalmente, de la lección deduciendo una afirmación única, válida para todos los casos presentados: la regla que se aplica para formar el plural de los nombres, síntesis que, la mayor parte de las veces, deducirán los alumnos mismos.
Marcha analítica y marcha sintética aplicada al aprendizaje de la lectura han conducido a poner de relieve dos categorías de métodos que se oponen: los métodos sintéticos o fonéticos que parten de las letras y de los sonidos para formar con ellos sílabas, palabras y después frases; los métodos analíticos o globales que parten de los textos que se examinan y se comparan para encontrar en ellos palabras idénticas, sílabas parecidas y, por último, las letras.
A) Los métodos sintéticos o fonéticos.
Son los más antiguos y los más extendidos. Tienen su origen en la creencia, hoy ya rechazada, de que el espíritu del niño es idéntico al del alumno (estructura y función) y que no le faltan más que el entrenamiento y los conocimientos; su lógica es la misma. Han conducido a una aplicación errónea de un principio verdadero: ir de lo simple a lo compuesto, de lo fácil a lo difícil, y han postulado como fácil la letra primero y la silaba después y como difícil la palabra y luego la oración.
Un pequeño esquimal no aprende a contar con dátiles y castañas, como tampoco el niño de la montaña lo hace manejando conchas. Obrar de otra manera seria insensato.
Se da uno cuenta de que procede de esta manera al practicar los métodos sintéticos que imponen al niño al conocimiento y al reconocimiento de signos aislados o agrupados que no tienen ningún sentido para él y que no puede comprender.
Un inconveniente de estos métodos, a causa de su progresión sistemática, es que imponen una enseñanza colectiva que obliga a todos los alumnos a marchar al mismo paso; los bien dotados pierden el tiempo y los mas débiles no pueden seguir.
Por el contrario hay que reconocer que los métodos sintéticos con fáciles de emplear dada su graduación de las dificultades. Son fáciles de practicar por los maestros que no hacen otra cosa que seguir un manual. Son mucho menos ventajosos para los niño
A) Los métodos analíticos o globales:
Estos toman en consideración una particularidad del psiquismo infantil llamada sincretismo o función de globalización: el niño ve globalmente; persigue conjuntos y, en la medida en que sus intereses y sus necesidades lo exigen, analiza sus partes. Tiene al principio, el concepto de: auto, avión, antes de tener los de motos, rueda, alas, ect…
Desde este punto de vista, en materia de lectura, lo que es sencillo y fácil para el niño es el texto (la historia), la oración, la palabra que significa algo: mesa, por ejemplo; una palabra entera cualquiera desencadena inmediatamente en él una representación mental; sabe de lo que se trata, y lo mismo si se presenta una oración: “Inés juega a la pelota”. Inmediatamente vera en su interior la situación que despertara en las ideas y sentimientos diversos.
Los métodos globales enseñan, pues, a leer partiendo de textos breves, generalmente dado por los niños mismos y trasladados a la pizarra por la maestra.
No ocultaremos que el empleo del método global no es fácil. Es necesario, antes de todo, disponer de un material que permita reproducir los textos de los niños.
Luego es necesario que la maestra acepte individualizar su enseñanza, puesto que, con esta técnica cada uno marcha a su paso: los listos pueden aprovechar su adelanto para perfeccionarse y leer mucho más, y los débiles caminan a su ritmo si perder el ánimo y llegan, en la mayor parte de las veces a leer correctamente al fin del año.
Seguramente que si hubieran sido enseñados por un método sintético, habrían sido obligados a repetir el curso. Llamaremos una vez más la atención sobre el peligro de querer a toda costa que lo niños avance a la vez. ¿Quién impondría en una clase a todos los alumnos, en un mismo momento, la misma perfección en todos los ejercicios físicos?
Lo hemos dicho antes, lo repetimos: las primeras enseñanzas, la de la lectura en especial, exigen tiempo y el respeto absoluto por las posibilidades de los pequeños alumnos. No querer admitirlo y conformarse con esta verdad de buen sentido no es educar, es perjudicar.
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